Se supone que ya debería ser otoño, pero los rayos de sol aún resplandecen reflejándose en cada superficie que veo mientras camino hacia la cochera donde guardo mi motocicleta.
A cada paso que doy, locos pensamientos revolotean por mi mente. Pasados unos minutos, llego a la cochera, saco mi motocicleta, me monto sobre ella e inicio mi recorrido por la ciudad.
Luego de un buen rato, un carro me cierra el paso y no alcanzo a pasar los últimos segundos de luz verde.
“Me lleva una mierda” – dije dentro de mí- mientras que varios insultos más emergían desde mi interior hacia aquel conductor que ni siquiera conocía.
Entonces recuerdo otras ocasiones donde pasaba lo mismo. Cuando algo me incomodaba, solían salir a flote ese tipo de insultos dentro de mi mente, pero nunca los diría a viva voz en el mundo social, ya que sería tomado como un “demente” si lo hiciera.
Entonces cavilé dentro de mí y dije: “De hecho que no soy el único al que le pasan este tipo de cosas” Todos los humanos guardan esa “oscuridad” en su interior; sin embargo, existe una especie de acuerdo social de “no hablar de ello”, esa oscuridad es algo que hay ocultar bajo la alfombra.
¿Por qué la tendríamos que sacar? De pronto, una cadena de argumentos empieza a hilarse desde la mente con el fin de retener esa oscuridad. Quizás, cuando estes leyendo esto, te invada un poco de miedo y cautela.
De pronto, una especie de intuición recorre mi cuerpo y, como si se armara un rompecabezas en el pasado, visualizo esa “oscuridad” en otras personas. Recuerdo situaciones especificas donde ciertas personas se me acercaban con “zalamería” y palabras de elogio, pero en el fondo sabía la bronca tremenda que me llevaban.
Entonces me pregunté ¿Acaso somos toda esa oscuridad que emerge de repente? ¿Acaso somos “malos”? y vivimos en un mundo de “apariencias” ocultando bajo la alfombra esa “oscuridad”
Sin embargo, aquellas personas en otras ocasiones podían ser muy dulces y bondadosas con otras personas e incluso con los animales, yo mismo fui testigo de eso en algunos casos.
Entonces empiezo a analizarlo desde el punto opuesto. Recuerdo conocer a personas con ciertos rasgos que hacían que la sociedad los discriminara. Entonces en mi interior emergía una voz “se amable” “no hagas nada que pueda ofenderlos” y me acercaba a ellos con una amabilidad quizá un poco “vigilada” y en este sentido no tan espontanea.
De pronto, algo sobre Nietzsche se me vino a la cabeza. Recordaba una discusión donde se decía que la moral cristiana era una patraña.
Se hacía “el bien” para evitar un castigo y ganar una recompensa: para ganar el cielo y evitar el infierno. En ese sentido, la moral cristiana era una moral interesada.
Y extrapolándolo a la sociedad actual ¿Cuál era el motivo real detrás de nuestras acciones? ¿Qué sucedería si actuásemos más allá de cualquier motivación o miedo, más allá del bien y del mal, más allá de cualquier premio o castigo?
¡Que misterio tan grande con el que me estaba encontrando! ¿Cuál era la motivación real de nuestros actos? ¿Por qué ocultamos esa “oscuridad”? ¿Por qué hacemos el “bien”? ¿Por qué evitamos o escondemos el “mal”? ¿Por miedo? ¿Acaso ambas cosas son por miedo? y si es miedo, ¿miedo a qué?
El misterio parece no tener profundidad: Luz y oscuridad. Los humanos tenemos un eclipse dentro de nosotros. La luz y la oscuridad se entremezclan de manera misteriosa dentro de nosotros y cada una lleva la semilla de destrucción de la otra.
Cuando emerge “oscuridad” dentro de nosotros: insultos, pensamientos aterradores y locos sobre cosas que jamás diríamos en público- quizá hasta aún nos cueste decírselo a nuestros más cercanos ¿acaso somos esa oscuridad? ¿Nos identificamos con la esencia de esa oscuridad?
O veámoslo desde otro punto de vista. Cuando emerge una sensación de bondad hacia alguien ¿Nos identificamos con ser “buenos” o con la esencia de esa “bondad”? Creo que es más fácil identificarse con la “luz” que con “la oscuridad”
Sin embargo, si observamos en silencio y con detenimiento en nuestro interior, notaremos que tanto la "luz” como la "oscuridad” simplemente aparecen sin que decidamos nada.
Es como si viniéramos programados: a la persona que le gusta "chismorrear" le llegan aquellos impulsos sin que lo decida, todo su ADN y estructura mental y genética esta calibrada para generar aquellos actos de chismorrear. Lo mismo para el bromista, para el atleta y para lo que os venga en gana de poner de ejemplo.
Y sospecho que no faltará alguien que interprete lo que estoy diciendo en el siguiente sentido: “es el destino el que nos programa; por lo tanto, cualquier esfuerzo que haga para cambiar es inútil y, como todo es el destino, yo no tengo responsabilidad de nada.
Puede que sí y puede que no, quién sabe. Tengan en cuenta que nos estamos adentrando en un terreno donde no son suficientes las palabras, ya que ninguna podría atrapar la realidad per se; por lo tanto, tomen mis palabras en un sentido relativo, ya que las cosas pueden ser vistas de distintas maneras y desde distintos puntos de vista,
Quizás ¡sí! Es como si todo estuviera “programado” y cuando hablo de “todo” me refiero incluso hasta aquellos impulsos de cambio que habrá en el camino. La realidad es un completo devenir y misterio. No sé por qué justo hoy todo esto se me vino a la mente y ahora me encuentro escribiendo. Simplemente va fluyendo dentro de mí.
Y si no somos ni la luz, ni la oscuridad, sino que estas simplemente aparecen en nuestro interior ¿Quiénes somos? O la pregunta más básica aún ¿Quién soy yo?
¿Será que, si descubrimos quienes somos realmente, el misterio de nuestra vida se resuelve?
Una pregunta que dejo en el aire. No pretendo que este escrito siga una estructura paso a paso y dejándote una enseñanza masticada y digerida para tu mente donde todo encaje con tus estándares del mundo. Donde todo sea “luz” y “bondad”.
No pretendo eso, sino que siento que hay una zona muy íntima dentro de nosotros a la cual nos da miedo mirar y nos hace temblar. Hacemos lo que sea para esquivar aquella zona.
confieso que también le tengo miedo. Me da miedo mirar cara a cara a esa “oscuridad” y que me haga pedazos.
¿Acaso estamos en la frontera de la oscuridad?
Se me viene a la mente algo del pasado. Un hipnoterapeuta que hacía que sus pacientes inventen sueños. Él se convertía en un cómplice y en esos sueños – Todo estaba permitido- no importa lo loco o terrorífico del sueño, simplemente el sería tu cómplice y no te juzgaría para nada, lo podrías contar todo y ver que sucedía.
Mucha gente le empezó a contar sus fantasías más locas. Eran sueños en estado consciente, simplemente contaban lo que emergía de su interior. Guerras, sexo, fiestas, nuevos planetas, ciudades, viajes en el tiempo, etc. Podía ser lo que sea y ¿Quién decidía lo que emergía? No lo sé, ellos simplemente se entregaban al proceso.
Ahora que lo veo quizá era una forma de ver esa oscuridad (y quizá algo más), cara a cara, de darle espacio, de dejarla ser. Obvio que no en la sociedad, pero si en el mundo imaginario de los sueños. ¿Qué sucedería si hiciéramos eso? No lo sé ¿se atreverían a intentarlo? O talvez si simplemente observamos en silencio- sin ningún juicio ni ninguna interpretación- lo que surge en nuestro interior ¿Acaso allí también habría comprensión?
No lo sé ¿lo intentamos? O ¿Aún tienes miedo?
Cuando empecé a escribir este artículo, inicié con cierta cautela pensando en que quizá alguien me malinterprete y tome las cosas en cierto sentido. En el fondo también es un reflejo de cuidar de no dar referencias a esa “oscuridad”, ya que es como “Voldemort” de Harry Potter: siempre estamos a la defensiva para no invocarla.
Quien sabe lo que pasará, pero lo más seguro es que alguno malinterprete mis palabras y a otros les vendrá como anillo al dedo y les mostrara cosas para su propio sendero y devenir.
¿Te atreves a cruzar la frontera de la oscuridad? ¿Te atreves a sumergirte en ella? ¿Qué vendrá después? No lo sé, lo único que sé es que vivimos al borde del misterio.
Hoy simplemente me dejé llevar, espero que esta entrada te haya ayudado…ya seguiré escribiendo más adelante.