La música y el sentido del humor


La música y el sentido del humor

Hoy quiero hablarles de dos cosas de las cuales disfruto mucho y que a la vez me han traído profundas comprensiones sobre la existencia. la siguiente entrada es un capítulo de mi libro "Eclipse". Les regalaré este capítulo por aquí.

Era una tarde fría y corría algo de viento por mi ventana. Me encontraba en la sala de estar de mi casa esperando que sean las cuatro de la tarde para ir a la fiesta de cumpleaños de un viejo amigo. Por dentro no me sentía del todo bien, ya que los días pasados habían sido muy inusuales para mí: me costaba dormir y, cuando lo hacía, tenía sueños muy raros que me dejaban con una sensación de inquietud y molestia.

Sentía un nudo en el pecho y percibía la realidad un tanto apagada y aburrida. Pronto sería la hora en la que debía ir a la fiesta así que dejé de concentrarme en aquellas sensaciones y me fui a bañar para luego cambiarme. Unos minutos después, salí de casa para tomar el autobús hacia la casa de mi amigo y, mientras este avanzaba, yo iba con la cabeza pegada a la ventana observando el polvo y el alma gris de las casas.

Cuando llegué al paradero, llamé al hermano de mi amigo para ir a comprar algunas chucherías antes de llegar a la fiesta. Caminamos un largo trecho por una calle que me recordaba a un pueblo cercano a la ciudad entre las estrellas.

—¿Qué compramos? — le dije.

— No lo sé — me respondió.

—Tal vez unos bizcochuelos.

— Mejor unos alfajores.

— ¡Está bien!

    Llegamos a una panadería y ordenamos que se nos despache medio ciento de alfajores y, mientras la señorita alistaba el pedido, mi celular empezó a vibrar por una llamada entrante de mi madre. Cuando contesté, me comento algunas cosas de mi hermana pequeña y luego me dijo que el zapatero, donde había dejado mis zapatillas, aún no había terminado lo que le había encargado hace ya casi tres semanas. ¡Era ya la tercera vez que pasaba lo mismo! Naturalmente, cuando escuché aquello, me molesté.

    —¡Panadero del demonio! — grité, con voz fuerte y sin que me importara nada, mientras hacía un ademán con las manos.

      Entonces la señorita que atendía nuestro pedido se quedó helada y se me quedo mirando muy asustada. Fue entonces que me di cuenta de mi error. Había querido decir “zapatero del demonio”, pero dije “panadero del demonio”

      El hermano de mi amigo también se dio cuenta de eso. Solo disimulamos un poco lo que había pasado, recibimos el pedido y salimos de la panadería. Unos pasos más allá nos miramos las caras y una risa potente, alegre y espontanea se fue apoderando de nosotros.

      Simplemente brotaba desde adentro. Era como alquimia que transformaba toda esa mezcla densa de sensaciones que tenía en algo más ligero y más simple.

      — ¿Cómo pasó todo aquello? — decía una voz en mi interior-mientras otra carcajada empezaba a emerger.

      Entonces pude comprender algo acerca del sentido del humor. Este tenía el misterioso poder de descolocar tu alma, de romper el hielo y de hacerte ver todo desde una nueva perspectiva. Como si te llevará a comprender algo que subyacía a tu experiencia pero que hasta entonces no percibías.

      El sentido del humor es la viva expresión del flujo de la vida: alegre, espontaneo e impredecible. ¿Quién podría decidir reírse auténticamente por voluntad propia? ¡Que ridiculez! ¿Cómo se podría forzar la espontaneidad sin destruirla en el acto?

      ¿Cómo era posible que algo tan simple como una equivocación pudiera tener tal efecto en mi alma? Hace un momento, en mi interior era invierno y en un “panadero del demonio” se volvió verano.

      El sentido del humor puede estar en los lugares más insospechados. Es un misterio de la vida: podría estar en lo más tonto, en lo más ridículo e incluso en la desgracia, aunque suene un poco fuerte. Hay ocasiones donde las cosas no van como queremos y de pronto se cruza una línea y llegamos a un lugar desde donde las cosas se perciben de otra manera.

      Es verdad que el sentido del humor no se puede forzar, pero se lo puede atraer. No agregando más condicionamiento sobre nosotros, sino al contrario: aflojando la tensión y el intento de controlarlo todo. Solo así empezamos a percibir un encanto especial en el mundo y surge una apertura hacia lo desconocido y también la curiosidad.

      Es así como los niños pequeños perciben el mundo. Quizás por eso es que siempre están sonriendo y con un brillo en sus ojos. Sin embargo, también depende de la personalidad de cada uno y de la alquimia que se produce al juntarnos con otras personas.

      Tengo amigos con los cuales se produce aquella alquimia. Cuando nos reunimos, la vida se percibe más simple y más divertida. Los problemas no desaparecen, pero ahora parecen quedar en un segundo plano y las risas florecen por todas partes.

      En otras ocasiones, fue la inocencia de los animales la que me ha sacado auténticas risas y alegrado la vida: al ver a mi perro robar la parrillada del vecino o los dulces de un tío que había llegado de visita y luego llegar muy alegre sin que le importe nada, sin preocuparse por el bien o el mal o las normas sociales ¡Él simplemente es!

      También recuerdo algo que pasó hace ya algunos años. Era el día de la independencia en mi país y en la capital se celebraba toda una ceremonia. Por ello, estaban presentes: el presidente de la república, los ministros, el ejército y muchos políticos de alto rango. Se llevaba a cabo un desfile militar y nadie podía ingresar a la zona, sino únicamente los soldados. De pronto, las cámaras enfocaron a un tierno perrito que se zurró las normas y pasó muy campante caminando por donde era el desfile y a vista de todo el país, ya que todo estaba siendo transmitido por televisión. Naturalmente las risas y los memes llenaron las redes sociales aquel día.

      Por último, recuerdo la navidad de hace un par de años, cuando paseaba de madrugada por la plaza principal de la ciudad entre las estrellas, la municipalidad se había encargado de decorar toda la plazuela con adornos navideños y recrearon el nacimiento de Jesús con un establo y figuras de José, María, los reyes magos y los animales en tamaño real. Cuando pasé por allí, dirigí la mirada hacia el pesebre y grande fue mi sorpresa cuando encontré a tres perritos callejeros durmiendo junto a Jesús. Mis amigos y yo solo atinamos a reír.

      Ese contraste entre la rigidez del mundo de los humanos- con sus normas cívicas y morales- y la simplicidad de la vida un perro es algo mágico, es ridículo y extraño, pero tiene el poder de descolocarnos y de poner en jaque a nuestra mente. Tal vez nos recuerda lo mucho que podemos complicar las cosas los seres humanos que, a veces, perdidos en la noria del pensamiento olvidamos el maravilloso sentimiento de estar vivo.

      A veces, podemos estar tan metidos en una lucha entre polaridades creada por nuestra mente y es el sentido del humor el que las disuelve. Recuerdo haber leído una anécdota de un periodista e investigador. Él se especializa en investigar fraudes en medicina y había descubierto muchos en el campo de la virología. Cierto día se encontraba realizando una conferencia donde explicaba con lujo de detalles los errores en los test de biología molecular y que bajo un mismo paraguas se estaba agrupando muchas condiciones causadas por diferentes cosas. En conclusión, la enfermedad no era tal, sino que se trataba de varias condiciones superpuestas y todo era multicausal.

      Después de que había terminado la conferencia se le acercó un hombre para agradecerle por la conferencia.

      — Muchas gracias por toda la información, pero quisiera hacerle una pregunta- le dijo el hombre

      — De nada, y claro que sí ¿Cuál es su pregunta?

      —¿Qué es lo que realmente causa esa enfermedad?

        Al principio solo se quedó en shock por unos segundos. Se había pasado toda la conferencia diciendo que no había una sola causa, sino que había muchas y que no se trataba de una sola condición, pero al parecer aquel hombre estaba ciego a lo que había explicado.

        Imagino que el investigador por dentro estaba con el afán de “despertar” a la gente haciendo que se dieran cuenta de los fraudes en medicina. Estaba en una lucha contra la mafia de las farmacéuticas y los poderes fácticos que gobiernan el mundo. Hay tensión y esfuerzo en esa lucha ¡Es urgente que la gente despierte! Sin embargo, a pesar de la información brindada, aquel hombre no lo entendió

        Y aquí ocurrió lo mágico. Después de aquello, la mente del investigador quedó en jaque y solo atinó a reír fuertemente. El sentido del humor lo llevó a otro lugar. Disolvió las polaridades del bien y del mal. Quizás le mostraba que, por más que nos esforcemos en que suceda algo, solo sucede lo que tiene que suceder.

        Ese es el gran “Leela” o “El juego de la vida”. Las polaridades son necesarias para que exista tal juego. Es necesario que haya ladrones para que haya policías; que haya pobres para que haya ricos; que haya enfermos para que haya médicos; que haya gente crédula para que haya poderosos que los embauquen en fraudes, así como la mafia de las farmacéuticas. Ningún polo puede existir sin el otro; sin embargo, existe un lugar más allá de las polaridades y es hacia allí hacia donde apunta el sentido del humor. Nos muestra un pequeño destello de aquello que está más allá de las palabras, más allá del bien y del mal, más allá de lo justo y lo injusto, más allá de lo bello y lo feo. Allí donde los opuestos se trascienden y las paradojas se reconcilian.

        La vida tiene su magia y sus ritmos como lo dice la sabiduría hermética o también la sabiduría de salomón: “Hay un tiempo para llorar y un tiempo para reír; un tiempo para hacer duelo y un tiempo para bailar. Hay un tiempo para arrojar piedras y un tiempo para recogerlas; un tiempo para abrazarse y un tiempo para separarse. Hay un tiempo para buscar y un tiempo para perder; un tiempo para guardar y un tiempo para botar”.

        La vida simplemente sucede y todo lo que emerge es justamente lo que nos hace ser humanos ¿Quién no ha experimentado el dolor, la tristeza o la decepción? ¿Quién no ha estado alegre, de viaje o enamorado? ¡Hay un tiempo para todo!

        Recuerdo que, cuando estaba triste, me provocaba escuchar música triste y nostálgica. No trataba de negar ni de escapar de mi tristeza, sino que, con ayuda de la música, la saboreaba más intensamente y se podría decir que empezaba a disfrutar de la tristeza.

        La música, al igual que el sentido del humor, tiene el misterioso poder de hacer alquimia con tus emociones. De sumergirte cada vez más profundo en el sentimiento de existir. Capaz de trascender las palabras usando las palabras, capaz de trascender los sonidos usando los sonidos. Llevándote allí a donde ninguna palabra, ni ningún sonido- por si solos- son capaces de llegar.

        Cada canción representa un mundo, nos sumerge en lo inefable. Nos hace sentir cosas para las que no alcanzan las palabras. Hay una música para todo: para reír y para llorar; para hacer duelo y para bailar; para viajar y para descansar; para estar enamorado y para estar decepcionado. La música esta allí para acompañarnos en esta aventura de la vida.

        Me encanta perderme en los bosques en mi motocicleta mientras escucho algunas canciones. Por ejemplo: “Torn” de Natalie Imbruglia. Esa canción me lleva al pasado y recuerdo muchas cosas de mi infancia en la primera década de los 2000´s. Maestría en los deportes y en los videojuegos. Caídas y raspones con un skate en la autopista. Las primeras impresiones amorosas y la emoción de descubrir el mundo.

        En otras ocasiones escucho: “All of the stars” de Ed Sheran y de pronto el sentimiento místico por el universo y la física se hace presente. A la vez recuerdo paseos en motocicleta con una niña que me gustaba. Cuando atravesábamos el oscuro bosque para finalmente llegar a una pequeña construcción de piedra para contemplar las estrellas subidos en ella. También emerge la sensación de sabiduría mezclada con oscuridad. Libros de la antigüedad y del Renacimiento; Hadas, duendes y dos enamorados conectados por la estrella Betelgeuse.

        Cuando suena el OST de la comunidad del anillo: “Concernign hobbits” me sumerjo en el infinito bosque, me hago amigo de los elfos, aprendo muchos secretos y la magia oculta de la naturaleza. Un sentimiento de aventura me llena y me dan ganas de explorar todo el mundo y a la vez hay una tranquilidad misteriosa de fondo que me reconforta y me alegra.

        Y qué decir del OST del Príncipe de Persia compuesta por Harry Gregson-Williams. Romance y Aventura. Me siento un Guerrero y me dan ganas de hacer cosas intrépidas y peligrosas como parkour y calistenia en las montañas.

        Por último, el OST Hyori Ittai de Hunter x Hunter. La luz se vuelve oscuridad y la oscuridad se vuelve luz; dos caras de una misma moneda; la oscuridad de la sombra, el ascendente en escorpión y el eclipse de los opuestos.

        La música y el sentido del humor llenan de profundidad nuestra vida. Nos recuerdan que la vida no es seria y que no hay que tomarnos tan a pecho las cosas. Además, pueden calar cada vez más profundo en nuestra alma haciéndonos tener profundas comprensiones que nos ayudan en nuestro propio sendero y devenir. Diría que son el sazonador perfecto para cualquier tipo de experiencia que emerja. Para abrazar y sentir la vida en todo su esplendor. Y en ese sentir sin condición, hay transmutación.

        “Tal es el poder de la música y el sentido del humor que son una llave hacia la iluminación”


        Te invito a explorar mi obra: "Eclipse: historia de un aventurero"