Los perros y el despertar espiritual


Los perros y el despertar espiritual

Hace tiempo narré en un capítulo de mi libro “Eclipse” como la vida me trajo un regalo muy especial. ¡Sí! hablo de un perrito. Un día un perrito llegó a nuestras vidas y mi hermana le puso por nombre: “Batata”.

Desde el primer instante, me robó el corazón con su ternura, pero, por temas de estudio, al principio solo lo cuidaba solo por momentos y de vez en cuando lo sacaba a dar pequeños paseos por la ciudad. Por suerte, pronto llegaron las vacaciones y entonces empezamos a hacer más cosas juntos: exploraciones a las montañas, salidas junto a mis amigos, ver una maratón de películas, viajar fuera de la ciudad, etc.

Pasar todos esos momentos nos volvió muy cercanos. Y justo en ese entonces, me mudé a vivir solo en un pequeño apartamento y fue perfecto para traerlo a quedarse conmigo tres o cuatro días a la semana, ya que el resto de días él la pasaba junto a mi madre y a mi hermana.

Pronto llegó un día en el que decidí hacer una exploración a las montañas cercanas a mi ciudad. Para esto me acompañó un primo, el perro de mi abuelito llamado Rex y, por supuesto, también Batata.

En total fuimos cuatro y ese día estuvo lleno de acción y aventuras: una densa caminata, nos atrapó la lluvia, construimos un refugio, comimos el fiambre, bebimos vino con soda y escuchamos música.

Cuando regresamos a la ciudad, cada quien tomó un rumbo diferente: mi primo fue a su casa, Rex escapó por un huerto y Batata y yo fuimos a mi apartamento.

Al llegar, tomamos un espumoso baño de agua caliente y cenamos mucha comida para reponer energías, porque estábamos muy cansados. Fue tanto así que Batata se comió dos enormes platos de carne con arroz.

Entonces fuimos a dormir, él se recostó en la parte baja de mi cama y sentía su cuerpecito tibio al lado de mis piernas. Por otro lado, yo me sentía totalmente relajado después de todo lo que había pasado en el trascurso del día. Así que no pasó mucho tiempo para quedarme profundamente dormido.

Y aquí ocurrió lo mágico: un rayo de sol, que entraba por mi ventana, me despertó y, para sorpresa mía, mi respiración se sentía muy suave y fluida, me sentía muy ligero y trasparente, como si no pesara nada, y tampoco había un monólogo interno ensombreciendo todo. Por el contrario, había una profunda paz que lo impregnaba todo.

Entonces recordé mi pasado y las grandes cantidades de tiempo que pasé buscando la “Verdad” o guerreando con mi propia mente sobre distintas temáticas: ¿Quién o que es Dios? ¿Cuál religión es la correcta? ¿Cuál filosofía es la correcta? ¿Qué teoría física es la correcta? ¿Existe una matrix? ¿Debo salir de esa matrix? ¿Existen poderosos que gobiernan el mundo? ¿Debo luchar contra ellos? ¿Acaso estoy enfermo? Y podría seguir de largo con la lista.

Había pasado tantos años en esa permanente búsqueda espiritual e intelectual tratando de capturar la realidad hasta que mi mente se cansó de sufrir y por fin se calló. Entonces tuve mi primer beso de realidad: un momento de "no mente" donde la "Verdad" siempre presente empezó a brillar.

Este “beso de realidad” o “momento de no mente” es algo que a la vez es instantáneo y a la vez se desarrolla en el tiempo. Cuando sucede, uno comprende que su esencia radica más allá del espacio y del tiempo, uno sabe que es uno con la infinita conciencia, uno sabe que es uno con el absoluto, el cual lo engloba todo y; por lo tanto, no rechaza nada. Al contrario, ¡Acepta todo! incluso a lo relativo.

Por ello, en el mundo relativo del tiempo, el cuerpo y la mente aún siguen condicionados por viejos patrones y se requiere de tiempo y practica para que “aquello” que esta más allá del espacio y el tiempo empiece a brillar a través de este cuerpo-mente en este mundo espacio temporal.

Así que, desde ese primer beso de realidad, hubo una transformación en mi cuerpo- mente que a día de hoy continua. Han pasado años y he encontrado capas y capas de sentimientos, emociones y estructuras mentales que se oponen a esta comprensión, pero que poco a poco van liberándose.

La vida es misteriosa y nos trae justo lo que necesitamos: puede usar personas, animales, paisajes, o lo que sea que les ocurra, para acercarnos al ser y, en mi caso, me trajo a Batata. Quizá es lo que necesito en este momento para seguir liberando este cuerpo- mente.

A su lado he podido vivir hermosos momentos de “no mente”, señal de que el camino hacia el ser continúa. Podría decir que a su lado he aprendido a valorar más la cotidianeidad y que aquellos momentos ordinarios se han vuelto extraordinarios: ahora son mucho más palpables y profundos.

Hay días que jugamos a las carreras o salimos a pasear con unos amigos y también hay días en los que hace travesuras- como robarle la comida a mi madre- es en esos momentos cuando- de repente- una alegría emerge y me hace sonreír. Entonces me digo: ¡Esto es lo que siempre estuve buscando! ¡El secreto de la vida que siempre ha estado aquí! ¡justo aquí! No hay ningún lugar a donde ir, ni nada que comprender y esa es la bella paradoja de la verdad última de la existencia.

En esta época postmoderna, la mente ha crecido tanto que se ha convertido en un problema. Esto es señal de que su ciclo ya se cumplió y es hora de trascenderla. Se podría decir que este es un momento de transición hacia otro estado del ser que puede resultar muy angustioso para la mente.

Y justamente en esta época es que observo un acercamiento mucho más profundo entre humanos y perros. Quizá su misión sea acompañarnos en este momento de transición y que con su alegría e inocencia nos recuerden el maravilloso misterio que yace más allá de la mente.

Un perro no juzga entre bueno o malo, sus ojos están cargados de inocencia y simplemente se abren a la vida tal cual es. Quizás un compañero así es lo que más necesitamos en este tiempo de locura de la mente.

Personalmente, he visto muchos familiares, amigos y conocidos que comentan que tener un perro fue la mejor decisión y que les ha cambiado la vida. Incluso he visto por ahí algunos escritos que dicen: ¿Sabes por qué el perro es el mejor amigo del hombre? Porque con su compañía es capaz de mostrarte lo que es el verdadero amor.


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